La Nación: De culto: El Güevo, o el regreso del querido jazz rock
La banda de los 80 volvió con su formación original
por Sebastián Espósito
El Güevo está de vuelta. El sexteto instrumental que surcó los 80 y que dejó sólo un disco retornó al calor del culto a su música que se mantuvo a pesar de la multiproyectosis que atacó y ataca a sus integrantes. Hoy, en La Trastienda, van a presentar su nuevo disco y a imaginar un futuro juntos.
«Pasaron varias cosas para que volviéramos. Primero se cumplieron 25 años del grupo y después reabrió Jazz & Pop, lugar en el que tocamos bastante en nuestra última época -comenta Pollo Raffo-. Hicimos cuatro fechas ahí y nos escuchó [el productor] Andrés Mayo, que tenía en mente el proyecto Cool du Monde, un sello de vinilos, y nos ofreció grabar un disco. Lo registramos en vivo, en un día, después lo presentamos en un show, y ahora, que salió en CD, lo volvemos a mostrar.
La vuelta de El Güevo es con su formación original, al menos como inicialmente la imaginó Raffo. «Víctor Skorupski (saxos y flauta) no estuvo al comienzo pero sí fue el primero que llamamos. La dupla de saxofonistas originales era Pablo Rodríguez (Los Auténticos Decadentes) y Víctor, pero como él no pudo llamamos a Sebastián Schon. Marcelo [Torres], Pablo y yo éramos los tres que habíamos tocado juntos en mi grupo anterior, Raffo 4, con Luis Latorre, un baterista que luego se radicó en Estados Unidos. Con la llegada de Daniel Volpini (batería), César Silva (guitarra) y Schon apareció El Güevo.»
Por aquellos días Marcelo Torres (bajo) venía de tocar con Tantor, y el Pollo Raffo estaba por sumarse a la banda de Juan Carlos Baglietto, es decir, una costumbre que nunca abandonarían. Hoy, el bajista alista en la banda del Indio Solari, tiene recuerdos imborrables de Spinetta y Los Socios del Desierto, da clases y comparte un álbum reciente con Pablo La Porta, Átomo . Lo mismo le cabe a Raffo: maestro de varias generaciones de tecladistas y partícipe necesario del rock argentino en casi todas sus décadas. Será por eso que entienden mejor que nadie lo que es compartir un proyecto grupal. «En los 80 teníamos un compromiso verdadero con el que componía la música -comenta Torres-. Si alguien no podía tocar, entonces no tocábamos, no llamábamos a un reemplazo. En ese sentido El Güevo conserva la mística de sus primeros días, porque los que nos iban a ver entendían y valoraban eso. Lo bueno es que, al cabo de 30 años, todos estamos activos. No tuvimos que rescatar a uno de una carnicería o de la cárcel. Pero, como en los 80, hoy también es complicado hacer coincidir nuestras agendas.»
En El Güevo la definición de jazz rock se sigue ajustando a su propuesta y el humor aparece como un condimento extra y necesario. Por caso, el disco lo grabaron con sombreros y máscaras que Rodríguez, el saxofonista de Los Decadentes, recolecta en los casamientos en los que toca la banda. «En los 80 había mucho humor en escena, después de años de dictadura -comenta Raffo-. Para mí es imposible separar esta música de mis 24 años.»